VICTORIA, PRIMERA TEMPORADA: LAS TRANSFORMACIONES DE UNA REINA ADOLESCENTE
Nos preguntábamos al iniciar Victoria, este lujoso estreno de Films & Arts, si estaríamos ante una obra maestra real o una real obra maestra. La respuesta está clara: ¡ambas!
Victoria es un drama histórico que supo conquistar millones de espectadores alrededor del mundo, entre las intrigas palaciegas de su trama, su impresionante despliegue visual y las sublimes interpretaciones de un amplio elenco de cuidado casting.
Año 1838. Tras dieciocho frescos y rozagantes años de vivir en el palacio de Kensington bajo la celosa vigilancia de su madre, la adolescente Alexandrina se entera que su vida cambiará para siempre. Siendo la sucesora del trono, al fallecer su tío, el Rey William IV, es nombrada Victoria Reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y emperatriz de la India, un rol para el que aún no estaba preparada. Sin embargo, como vimos en esta primera temporada, su aprendizaje fue veloz, transformándose en una de las grandes figuras de la realeza europea. Sobre esto queremos hablar: acá les dejamos algunas de las transformaciones que atravesó en la primera temporada este personaje histórico y así nos ponemos en el mood de lo que se viene:
Mente
Para estar a la altura de manejar un reinado se requiere precisión y rapidez, o el fracaso es el destino seguro. Para ello, es clave el círculo de confianza, aunque de algún lado viene la expresión “intrigas palaciegas”: la confianza puede ser un arma de doble filo.
Victoria tuvo suerte al trabajar con Lord Melbourne como primer ministro: bajo su guía aprendió la necesidad de mantener la templanza en los peores momentos, a relacionarse con los demás desde el buen uso de la corona y a entender que la política requiere iguales dosis de astucia y paciencia, cualidades que la Reina fue sumando de a poco en esta primera temporada.
Corazón
El impacto que causó interactuar con Melbourne no quedó restringido sólo a la mente: pese a la diferencia de edad, flirteos de por medio, saltaron chispas entre ambos. Aún con varios escándalos sexuales en su pasado, Melbourne se transformó en algo más que mano derecha y confidente para Victoria. ¡Seducción y poder, todo un cóctel!
Pero el rumbo de la Reina sería otro: lo que al principio fue una relación de alguna forma arreglada, terminó siendo el comienzo de una bella historia de amor: el Príncipe Albert -el racional- y Victoria -la apasionada- supieron crecer a la par, acompañarse y potenciarse, pese a los inevitables embates externos a la pareja. Instantáneamente, el perspicaz Albert notó la relación de su futura esposa con Melbourne, sugiriendo que él la mantenía alejada de la realidad. Tras algunas dudas -y batallas parlamentarias por la nacionalidad y la religión de Albert, además del dinero que le costaría al reino-, ambos se casaron, no sin un ida y vuelta simpático a la hora de proponerse matrimonio y de prometer no cometer los mismos errores que sus ancestros. Melbourne, por su lado, optó por alejarse.
Espíritu
Además de su edad, su género también sumó resistencia: que una mujer tan joven tomara las decisiones más importantes del reinado no iba a ser aceptado sencillamente en una sociedad patriarcal. Empoderada, la joven Reina supo encontrar una fuerza interna arrolladora, movida por la pasión: un verdadero espíritu indoblegable que se supo imponer con el tiempo.
Cuerpo
Tras casarse con Albert, Victoria se vio enfrentada a la posibilidad de tener hijos, algo que la aterrorizó inmediatamente, al tener muy presente la triste muerte durante el parto de su prima Charlotte. Ese temor por su cuerpo y la genética familiar se volvió un tema de Estado, obligándola a elegir un sucesor en el caso de que muriera al dar a luz. Para ella, su único sucesor posible era su amado Albert, algo que causó revuelo dada su condición de extranjero. Final y felizmente, la Reina dio a luz sin los amenazantes problemas, dándole vida a su sucesora sanguínea, bautizada, precisamente, ¡Victoria!
Por supuesto, pasó mucho más en sólo una temporada. Tras lidiar con las diferencias con su opresora madre, sus tíos y demás parientes cercanos rondando con las peores intenciones, las disputas parlamentarias y las tareas reales, Victoria llegó al final de la primera temporada siendo una Reina con una impronta claramente personal. Lo que viene, se intuye, será aún más apasionante que lo vivido.
📺 Victoria
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