En 1997, en una Barcelona postolímpica, sin aglomeraciones
de turistas, con unos inviernos en los que todavía hace frío y las calles están
mojadas por la lluvia, en un tiempo en que tener un móvil es una excentricidad
ridícula e internet no es ni motivo de conversación... un grupo de jóvenes de
entre 18 y 25 años comienzan a estudiar Arte Dramático en el Institut del
Teatre de Barcelona.
Los protagonistas de esta serie no lo saben, pero todo está a punto de cambiar. Un nuevo milenio comenzará pronto, lo que implicará una nueva forma de relacionarse y vivir la vida. Están llenos de esperanzas y sueños… y cada día entran al edificio ITB en la calle Sant Pere Més Baix llenos de entusiasmo. Un edificio que, por otro lado, también está viendo sus últimos años como sede del Instituto.
Estos chicos y chicas quieren conquistar el mundo. Quieren gritar, cantar, actuar, dirigir y tener éxito. Necesitan expresarse, divertirse, emborracharse y hacer el amor. Saben que están entrando en una profesión complicada e inestable, y que el trabajo duro y la perseverancia son más poderosos que el entusiasmo. Por otro lado, sus familias les han advertido que no encontrarán trabajo, que todo depende de las conexiones que tengas, que solo los afortunados llegan a la cima, que tendrán que ganarse la vida sirviendo mesas…
Pero los estudiantes ignoran todos estos malos presagios y los vemos corriendo por la calle para llegar a clase a tiempo, mientras suena la música más popular del momento.
Kàtia, Ferran, Eloi, Rem, Lara y Víctor están entre la
última generación de jóvenes de finales del siglo XX. El milenio está llegando
a su fin. Están ansiosos por subir al escenario, han sido infundidos con el
veneno del teatro, están locos por Molière.
Bojos per Molière
